REVISTA LA KARISHINA nº10 especial 8 DE MARZO

La marcha de las mujeres por los derechos se extiende por las calles y plazas como una marea imparable que clama por una sociedad más justa, solidaria y equitativa. Llegan las voces de las mayores que vivieron años de la dictadura en el que eran desiguales por ley. Llegan las que lucharon en la transición por derechos básicos. Llegan las jóvenes que recogen las banderas contra la violencia, el acoso y la discriminación. No estamos solas. El feminismo ya  forma parte de la acción de compañeros que se suman para derribar los muros ancestrales del patriarcado.

Como organización, FeSP UGT  defendemos un feminismo sindicalista con políticas específicas,  que corrijan las históricas situaciones de desigualdad  de género. Un feminismo, donde las administraciones públicas tienen un papel fundamental en la distribución de la riqueza y que garantiza los derechos de todas las personas. Nuestro papel como sindicato de clase, entronca con la defensa de las trabajadoras y los trabajadores, pero también en la defensa de un modelo de sociedad en el que las voces, experiencias, conocimiento y derechos de las mujeres sean reconocidas. Una sociedad en el que hombres y mujeres compartamos cuidados y responsabilidades. En definitiva una sociedad más justa, donde los derechos de todos los seres humanos,  sin excepción,  sean garantizados.

Pero mientras más avanzamos, más se reorganiza la derecha tradicional para volver al orden en el que siempre han creído. Y siembran con discursos hostiles y confusión la definición de feminismo. Por eso, desde esta columna, como sindicalista  feminista, quisiera señalar que el feminismo no  concibe la igualdad para unas pocas. No se trata solo de la conquista del poder para una elite.  El feminismo  no es compatible con los privilegios de clase, ni con la disminución de los servicios públicos,  la mercantilización de los cuidados, la venta y  utilización del cuerpo de las mujeres o la negación de la violencia de género. El feminismo  no es compatible con el racismo, ni con la explotación o utilización de los seres humanos por el mercado. El feminismo es contrario a la  justificación de las guerras o la exterminación del planeta. El feminismo es incompatible con cualquier forma de discriminación por edad, sexo, religión, origen, etnia, capacidad, orientación o identidad sexual.

Como teoría política, el feminismo,  se constituye, tal y como afirma Amelia Valcarcel, “como hijo no querido de la Ilustración, pero el producto más claro de la democracia. Es la aplicación universal de la idea de igualdad; es un humanismo informado y constituye una revolución de proporciones desconocidas en el pautaje antropológico básico. Es probablemente el mayor cambio socio moral que la especie humana haya afrontado.”

Como práctica política se entronca,  en organizaciones,  como  UGT, en el que cada día trabajamos a través de la negociación colectiva en aspectos muy concretos que nos afecta tanto en el espacio laboral como en servicios públicos y la realidad social. Y siempre recordando que la lucha más importante debe hacerse por los derechos de quienes se encuentran en las situaciones más precarias y desprotegidas. Por eso, el feminismo es patrimonio de las personas que nos situamos en ideologías que anteponen los derechos humanos a la libertad del mercado y crean alianzas internacionales entre los pueblos.

Este ocho de marzo saldremos a las calles para reivindicar la igualdad sin excepciones. No para los grupos de elite. Se escucharan nuestras voces como sindicalistas, codo con codo, con todas las mujeres. Las trabajadoras de cuidados. Las trabajadoras precarias. Las trabajadoras migrantes. Las mujeres que intentan cruzar el mar huyendo de las guerras y del hambre. Las mujeres que luchan en todos los confines del mundo. Nuestro feminismo lidera la igualdad sin fronteras para una sociedad más humana, justa y democrática

Luz Martinez Ten

Sª de Mujer y Políticas Sociales