El 7 de abril se celebra el día Mundial de la Salud. Este año la Organización Mundial de la Salud pone el foco en la depresión, enfermedad que afecta a personas de todas las edades y condiciones sociales y de todos los países. Provoca angustia mental y condiciona la capacidad de las personas para llevar a cabo incluso las tareas cotidianas más simples, con efectos nefastos sobre las relaciones con la familia, los amigos y la actividad laboral. Tiene más incidencia entre mujeres que entre hombres.

Según la OMS la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300  millones de personas, es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad.  En el peor de los casos puede llevar al suicidio, de hecho,  cada año se suicidan cerca de 800 000 personas, siendo el suicidio en el grupo etario de 15 a 29 años, la segunda causa de muerte. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el suicidio es la primera causa de muerte externa, de manera que mueren más del doble de personas suicidándose que por causa de accidentes de tráfico.

La depresión es el resultado de la interacción de  factores sociales, psicológicos y biológicos, y hoy en día,  hay tratamientos eficaces para la depresión, se debe prevenir y se puede tratar pero para ello es fundamental un correcto diagnóstico. En el escenario mundial, la depresión puede ser considerada como un problema de salud pública, debido a su alta prevalencia y la incapacidad funcional que provoca.

La OMS reconoce que la depresión laboral es la principal causa de baja laboral,  lo cual perjudica la salud de los trabajadores y la productividad empresarial. Sin embargo, son muy pocas las empresas que realizan políticas concretas para eliminar o paliar este problema.

Según la encuesta ESENER2, Encuesta Nacional de Gestión de Riesgos Laborales en las empresas publicada por el INSHT en 2015,  los centros de trabajo españoles manifiestan mayores carencias de información o de herramientas de prevención suficientes para afrontar los riesgos psicosociales que para los riesgos físicos.

El artículo 16 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales establece la obligatoriedad de realizar la evaluación de riesgos, en la que quedan incluidos los riesgos psicosociales. Sin embargo, según un estudio realizado por la Universidad de Granada y el Observatorio de Riesgos Psicosociales de UGT (Análisis de las experiencias en materia de Evaluación de Riesgos Psicosociales en España), en el año 2013 solo se habían realizado un total del 41,32% de evaluaciones psicosociales.

Como se demuestra en este informe, más de la mayoría de las empresas en nuestro país no tiene los riesgos psicosociales integrados en la acción preventiva, no se incluyen por tanto las evaluaciones de riesgos psicosociales en el Plan de prevención, con lo cual no se identifican los factores de riesgo, y no se aplican las medidas de prevención y protección.

Desde FeSP-UGT llevamos muchos años luchando por la protección de la seguridad y salud de los trabajadores/as que ha de ser un objetivo fundamental en la negociación colectiva, exigimos en ella, que se realicen  las evaluaciones de riesgos psicosociales y que se tengan en cuenta también las enfermedades de carácter psicosocial, como contempla la Ley de PRL, en el art.4.3 “las enfermedades, patologías o lesiones sufridas con motivo u ocasión del trabajo”.

Existe una gran evidencia científica que los riesgos psicosociales son una de las principales causas de absentismo laboral por motivos de salud, y de problemas de salud altamente prevalentes como los trastornos de la salud mental. Según el Instituto Nacional de Estadística el 59% de los trabajadores en España sufre algún tipo de estrés en el trabajo.

El absentismo por depresión es un tema muy preocupante ante el que tenemos que enfrentarnos todos los agentes implicados. En la encuesta de la Asociación Europea de Depresión realizada en 2012(http://www.europeandepressionday.com), se muestra  que uno de cada diez trabajadores/as se ausentó de su puesto de trabajo como consecuencia de la depresión.

Centrando el análisis en España, la Encuesta Nacional de Gestión de Riesgos Laborales en las Empresas ESENER -2 del 2014  y atendiendo a la actividad económica, el nivel de absentismo considerado como “bastante alto” o “muy alto” destaca en construcción, gestión de residuos, suministro de agua y electricidad (6,4%) y en Administracion publica (6,1%) respecto al promedio (4,8%), aunque no se aprecian grandes diferencias entre los distintos sectores de actividad. Por tamaño de plantilla, crece con el tramo de trabajadores: desde el 4% en los centros de 5 a 9 trabajadores hasta el 11,7% de los establecimientos más grandes.

El análisis de las causas del absentismo puede ser conveniente para adoptar ciertas medidas preventivas.  El 57,8% de los centros de trabajo entrevistados analizan las ausencias por enfermedad de manera rutinaria para mejorar las condiciones de trabajo, dato que se encuentra entre los más altos de la UE-28, y es significativamente superior al promedio europeo (49,7%) y  por sector, se analizan las ausencias por enfermedad con fines preventivos con mayor frecuencia en la Administracion pública (62,2%).

Sin embargo, la realidad nos demuestra que estos análisis en la mayoría de los casos no mejoran las condiciones de trabajo.

En España, desgraciadamente no contamos con estadísticas que nos digan el número de trabajadores que sufren  depresión a consecuencia del trabajo. Esto se debe fundamentalmente, a que en nuestra legislaciónlas enfermedades que afectan a la salud psicológica de los trabajadores no vienen recogidas en el Cuadro de Enfermedades Profesionales en el sistema de la Seguridad Social  por lo que a la hora de catalogar las incapacidades se consideran como contingencia común, salvo casos concretos,  y no como enfermedad profesional, lo cual lleva a que los costes humanos y económicos son asumidos por el Sistema Nacional de Salud y no por las Mutuas que deberían correr con los gastos de las contingencias laborales. Por tanto, al no  estar incluidas en el listado de enfermedades profesionales no hay un sistema obligatorio de notificación y registro, de ahí la falta de datos declarados de enfermedad psicosocial.

Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Necesitamos estrategias comunitarias eficaces para prevenirla, desde programas escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes hasta los programas para trabajar con las personas mayores para prevenir esta enfermedad.

Para el trabajador/a, el éxito de su mejoría dependerá de un diagnostico precoz y un tratamiento adecuado, en el que no se apartará de su trabajo y se le proporcionará un clima de apoyo de compañeros y jefes. Las empresas deben apostar por el bienestar completo de su plantilla, que será un beneficio para ellas y para la sociedad en general.

En política laboral, necesitamos un compromiso social para conseguir que la cultura preventiva esté en todos los estamentos de la población y así crear entornos seguros y exentos de riesgos de origen laboral, entornos que permitan y apoyen elecciones saludables. Es necesario cambiar el concepto de prevención en las empresas, no es una losa sino un concepto moderno de salud laboral que les proporciona un valor añadido.

Estamos ante lo que todos llaman ya la 4ª Revolución Industrial (Globalización, digitalización, nanotecnología,  envejecimiento de la población…), un nuevo modelo de futuro laboral que genera una cierta inseguridad en el empleo y cambiará las condiciones de trabajo. La necesidad de compaginar tareas y tiempos laborales, familiares y sociales implicarán la intensificación del trabajo, la digitalización creará nuevos puestos laborales que sustituirán a los ya existentes, el envejecimiento de los trabajadores/as hará necesario la reorganización del trabajo y vigilancia de la salud, aparecerán nuevos riesgos, incluidos los riesgos psicosociales debido a las nuevas tecnologías…en definitiva, un nuevo y diferente concepto de empleo y empresas.

Desde UGT, queremos que estos cambios impliquen una transición justa para los trabajadores/as, es decir asegurar el empleo y su salud laboral. Para ello, seguiremos trabajando intensamente y coordinados con todos los agentes implicados, administraciones, agentes sociales, servicios de prevención, técnicos, universidades…para que se cumplan los principios preventivos y se promocione la salud global.