Activista socialista, republicano, laico, feminista, ateo, migrante, federalista, lgtb, latino,…” Estas eran las palabras con las que Pedro González Zerolo (Caracas, 1960) se definía en su perfil de Twitter.

Aunque –según sus palabras- la lucha en defensa de los derechos de un sinfín de colectivos había sido siempre “una parte sustancial y natural” de su forma de pensar y vivir, la figura de Pedro Zerolo empieza a ser más y más visible cuando a finales de los noventa es elegido presidente del Colectivo Gay de Madrid (COGAM). Junto con otras y otros compañeros, en aquellos primeros orgullos de Madrid que tenían mucho más de reivindicativos que de multitudinarios, un joven Pedro, significativamente más serio que el que después se ha dado a conocer, hablaba caro y repetía machaconamente palabras como derechos, visibilidad, respeto, educación y diferencia.

En el PSOE conjuga su militancia personal y ética con la política y desde distintos cargos orgánicos en la ejecutiva federal del partido y como concejal del Ayuntamiento de Madrid consigue que el mensaje de “todas las pequeñas minorías que juntas acaban siendo la mayoría” de la ciudadanía cale de manera más honda en los partidos y se constituya en leyes. “La calle y los movimientos sociales han sido mi escuela de política, y he tratado de llevar ese espíritu a las instituciones”, decía. Una manera humilde de ver el gran aporte que realizó hasta el último día de su vida por los derechos humanos.

La Ley de Matrimonio Igualitario sea, seguramente, su éxito (“compartido con todas y todos los activistas y socialistas”) más reconocido. Pero para muchos el mayor aporte de Pedro a la justicia y a la igualdad sea, seguramente, su militancia y lucha constante. Zerolo –como dijo una conocida adversaria política- “convertía a los que le escuchaban” y efectivamente así era. Tenía una increíble y mágica capacidad para que todas y todos los que le escuchaban hicieran suyo su discurso amable y sencillo pero tremendamente combativo sobre educación laica, igualdad efectiva, reconocimiento de la diferencia, migrantes o la lealtad a las siglas en las que creía firmemente. “Tal vez sea porque aquí, compañeras y compañeros, hemos hablado de justicia. Y ¿qué persona no se apasiona y quiere luchar por un mundo mejor y más justo?”, decía con una sonrisa.

Activista socialista, republicano, laico, feminista, ateo, migrante, federalista, lgtb, latino,…”. Ciento cuarenta caracteres pueden parecer insuficientes para describir a uno de los más comprometidos y queridos activistas de los últimos años, que entendió la lucha como compromiso ético y que la llevó por todo el mundo. Pero su grandeza humana y política coloca a Pedro Zerolo en el pabellón de los grandes, en los que pocas palabras bastan. El excepcional activista Pedro Zerolo fue, en machadiano sentido, un hombre bueno.

Por su reivindicación de los derechos de las y los trabajadores, de los Derechos Humanos, de la justicia, del reparto equitativo de la riqueza, de la igualada efectiva, del reconocimiento de la diferencia, de la necesidad de tener unos servicios públicos de calidad como garantes de todo lo anterior, y porque siempre estuvo en todas y cada una de nuestras luchas, en todas y cada una de nuestras pancartas, las y los afiliados de la Federación de Servicios Públicos de UGT manifestamos aquí nuestro dolor más profundo por la muerte de nuestro querido compañero Pedro, y enviamos nuestro cariño y solidaridad a su familia, amigos y compañeras y compañeros militantes. Sabed que quedan en nuestro corazón e ideario su mensaje, su ejemplo y su sonrisa.

Querido Pedro: ¡gracias por todo, compañero!