Desde la crisis del 2007 venimos asistiendo a una progresiva disminución de recursos, tanto humanos como materiales destinados al SNS, especialmente en Atención Primaria.

Los límites a las tasas de reposición han abocado al SNS al déficit de profesionales y una elevada tasa de temporalidad en unas categorías profesionales más que en otras, pero en conjunto la media en el territorio nacional continúa en torno al 35%.

Desgraciadamente la situación que se ha producido en la primera oleada de la Covid-19 ha dado la razón a la FeSP-UGT mostrando los problemas del SNS, y tensando las costuras de un SNS que ya iban demasiado justas. Cuando no se afrontan los problemas importantes como son el déficit de inversión en sanidad, deberíamos llegar hasta el 7,2 del PIB, invirtiendo un 25% de este presupuesto en AP, los problemas se convierten urgentes.

El problema de la COVID-19 es un problema de salud comunitaria, y cuando no se afronta adecuadamente en Atención Primaria, produce un colapso en las urgencias de los hospitales y en las UVIs porque a las personas no les queda más remedio que acudir a la puerta de urgencias de los hospitales

A los profesionales, que son la piedra angular del SNS porque sin ellos no funcionan los respiradores, ni se manejan los distintos dispositivos tecnológicos, ni se pueden rastrear los brotes de la COVID-19, ni se puede atender a las personas con otras enfermedades no COVID-19, la segunda oleada les “pilla muy cansados”. Y vuelven a estar en primera línea afrontando el aumento de presión asistencial, el stress, el riesgo de enfermar, tanto ellos como sus familiares porque aun utilizando medios de protección no hay riesgo 0, y las secuelas de la COVID-19 pueden ser muy importantes. Por eso desde la FeSP-UGT seguimos pidiendo la consideración de enfermedad profesional.

Desde la FeSP-UGT seguimos alzando la voz para llamar la atención de las autoridades responsables en los distintos niveles de la Administración sobre la situación que están viviendo los profesionales para afrontar el desafío de la COVID-19 de nuevo.

Nuestra responsabilidad como profesionales sanitarios nos hace valorar la situación epidemiológica actual en cada Comunidad Autónoma antes de realizar cualquier acto de movilización para no poner en riesgo la salud de las personas o enviar un mensaje contradictorio a la población, a la que estamos recomendando evitar las concentraciones de personas y los lugares concurridos.

Ante la situación que estamos viviendo las autoridades sanitarias deben asumir el compromiso de llevar a cabo Planes de RRHH con una vocación de atender adecuadamente a las necesidades de la población en el ámbito de la salud. Es preciso retirar los límites de las tasas de reposición, dotar a las plantillas con un el número de profesionales adecuado, poner fin a la temporalidad en el SNS, y esto solo se puede hacer aumentando la inversión en sanidad. No puede haber atención de calidad sin calidad en el trabajo y esta pasa por mejorar las condiciones laborales, una forma de hacerlo es claramente disminuir la presión asistencial, no solo con más profesionales sino mejorando la gestión de los RRHH, algo que se ha de realizar con el concurso de los representantes legales de los trabajadores, los sindicatos, la FeSP-UGT.

Es imprescindible evaluar lo sucedido y aprender de ello, y es imperdonable que no se haya hecho después de lo vivido en marzo y abril. Es imprescindible una voluntad de aprender ante las nuevas situaciones inesperadas, que pasa inexorablemente por la evaluación de lo sucedido.