La política de ajustes que Correos está llevando a cabo en un intento de adecuar la caída de la actividad postal producida por la crisis mediante la reorganización de las plantillas ha derivado en una oleada de recortes en la mayoría de las unidades de reparto y oficinas que está llevando al límite a sus trabajadores. No sólo se está presionando de forma inadmisible a los compañeros sino que la fiebre recortadora está, ya, desatendiendo en muchos casos, las obligaciones de Correos para con el Servicio Postal Universal que tiene encomendado. Como consecuencia de esta tendencia al tijeretazo Correos está deteriorando cada vez más su imagen ante clientes y ciudadanos.

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