Diario de una sindicalista
En esta sección distintas compañeras de FeSP UGT hablan igualdad sindical desde la cercanía de nuestra realidad cotidiana.
1.- ¿Quién se ha quedado con mi tiempo?
Mientras termino de contestar los emails que me llegan de la afiliación, mi hija pequeña me tira de la manga para que le corrija sus ejercicios, despacho con la oficina el informe que tenía pendiente, y echo un vistazo a la olla con el cocido que estoy preparando, a la vez que escribo en una nota que no debo olvidarme de llamar a mi madre para que se mida la tensión. Supuestamente debería sentirme muy feliz porque teletrabajo, lo que me permite cuidar de mi familia, realizar mi trabajo y seguir defendiendo como delegada, los derechos sindicales. Por otra parte, mantengo mi trabajo, y cuento con la ayuda de mi compañero, que cuando llega a casa se encarga de las cenas para darme un respiro. Estas son las ventajas del teletrabajo para nosotras. Poder atender a todo. ¿Pero a qué precio? La mayoría de los días termino tan cansada que no me quedan fuerzas ni para deprimirme. Y aunque pudiera, al pensar en las miles de personas que lo tienen peor que yo, porque se han quedado sin empleo, y en muchas ocasiones se encuentran solas a cargo de familias monoparentales, o asumiendo el cuidado de de sus padres o personas dependientes, me digo a mi misma que hay que tirar para adelante. Pero la realidad, es que estoy cansada, y preocupada por los tiempos que vienen. Hoy he leído en un periódico [1] que hay cuatro millones y medio de familias con hijos e hijas menores de 14 años, que cuidar y acompañar en la educación a distancia, en estos tiempos de coronavirus.
Si sumamos los cuidados de personas mayores y dependientes, la realidad es que los hogares se han convertido en espacios en los que hemos mezclado las tareas que hacíamos en el ámbito público y privado, en una especie de batiburrillo, donde todo se gestiona en la misma olla. El mismo periódico subraya la gran diferencia que existe entre mujeres y hombres en la atención a los estudios de hijos e hijas. Nosotras más de una hora. A esto hay que sumar la brecha de género en las actividades domesticas. Si antes de las crisis, las mujeres dedicábamos dos horas más que los varones al trabajo domestico[2], sería muy interesante conocer cuál es la brecha que se ha producido en el tiempo de coronavirus.
Por otra parte, existe otra cuestión que me ha hecho reflexionar estos días, y es la diferencia entre nosotras y ellos en la utilización del tiempo
Yo me siento con el portátil a trabajar en la cocina, donde vigilo los deberes de los niños, contesto a los afiliados por teléfono, realizo mi trabajo de oficina y atiendo a la preparación de la comida y otros deberes. Soy multitareas. Los niños me interrumpen, el perro ladra, la olla pita, mi madre me llama y en medio de todo esto, me siento torpe y desajustada porque no llego. Recuerdo, una conversación con Soledad Murillo, en la que me decía que la utilización del tiempo de las mujeres y los hombres difiere mucho. Ellos, por socialización tienen completamente integrada la separación entre el espacio público y privado. Pero además tienen una forma lineal de gestionar el tiempo.
Sin embargo, para nosotras el tiempo es circular. De camino al trabajo, aprovechamos para hacer las llamadas familiares, asegurarnos de que los niños se han llevado el desayuno o comprar parte de la comida. Mientras estamos en una reunión, podemos hacer la lista de la compra, atender a la llamada del colegio, o apuntar mentalmente que hay que firmar el permiso para la excursión. ¿Por qué creen que cada vez que ocurre algo en el colegio llaman a la madre o a la abuela?
Las mujeres somos las que seguimos asumiendo con nuestro tiempo los cuidados de todos. Se refleja en las estadísticas de reducción de jornada, excedencias y abandono del trabajo por cuidados. En el nuevo escenario que se nos presenta, el teletrabajo ha venido para instalarse. Los problemas de escolarización, el cierre de escuelas infantiles, de centros de día, la crisis económica, el desempleo…van a perjudicar enormemente a las trabajadoras. Ha día de hoy, no hay previstas nuevas medidas de conciliación. No se trata solo de la negociación en la pareja. Sino que la corresponsabilidad sea una respuesta múltiple por parte de las administraciones públicas, empresas, comunidad y familia. Tal vez es tiempo de pensar en medidas colectivas y cambios de modelo en la gestión del tiempo en los distintos ámbitos donde interaccionamos. Si no ponemos medidas justas, retrocederemos en derechos esenciales y seremos, de nuevo las mujeres las que pagaremos con más dureza las consecuencias de la crisis.
Termino estas líneas a las dos de la madrugada. Agotada y desconcertada con una petición. A quien corresponda…. Por justicia, devuélvame mi tiempo.