Un titular, un mito: Mitos sobre el agresor
“Normalidad del agresor y mirada desde la extrañeza o la descontextualización” “El agresor es un enfermo y no es responsable de lo que hace”
Noticias publicadas en el diario “El País” el 10 de mayo de 2001 y el 27 de noviembre de 2011.
“Los amigos del podólogo creen que cometió el doble asesinato en un momento de enajenación mental” “Crimen en una familia feliz. El parricida de Tuéjar aduce que discutió con su mujer por dinero pero su empresa no tiene deudas. El suceso provocó una gran sorpresa en el edificio donde convivía la pareja desde hace poco más de seis meses. La mayoría de los inquilinos aseguran que el hombre era muy correcto y educado con su compañera. Nada que hiciera presagiar el lamentable desenlace.”
En ambas noticias la redacción nos aporta dos informaciones: la extrañeza de sus amistades ante la acción criminal de su vecino y la causa para llevarla a cabo (la enajenación). Ambos mitos van de la mano y cumplen su finalidad a la perfección, que no es otra que la de ignorar el problema y suavizar la gravedad de las acciones cometidas por el agresor enmarcándolas en la no-explicación o la no-concordancia entre el tipo pacífico y encantador y lo terrible del crimen cometido, de tal manera que la única explicación que cabe es la de la enajenación, un momento de pérdida de control o de lucidez que llevan a un tipo normal a asesinar a su pareja.
Este mito se sustenta porque el varón que maltrata a su pareja no destaca precisamente por mostrarse violento ante su círculo más cercano, sino más bien lo contrario, ya que la mayoría de los agresores desarrollan habilidades especiales a la hora de relacionarse con las personas ajenas a su hogar buscando ganarse su simpatía y respeto, hasta el punto de tratar de manera exquisita a su mujer cuando están en público, hecho que desconcierta aún más si cabe a la víctima.
No hay que olvidar que las agresiones se producen habitualmente en el hogar y se dirigen a una persona en concreto. Esta conducta dista mucho de ser casual, realmente es un mecanismo que conforma su mejor coartada y el argumento másrotundo a su favor en el caso de que su conducta violenta trascendiera a lo público, siendo esta doble conducta la pieza fundamental para perpetuar la relación de dominio.
Salvando las distancias y si me permiten la metáfora, el personaje de Stevenson en la novela “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, puede servirnos para comprender que una misma persona pueda representar diferentes formas de conducta dependiendo de con quien se esté relacionando. En el caso del maltratador en sus relaciones sociales es el Dr. Jekyll, o lo que es lo mismo, un señor educado, amable, buen vecino, padre y mejor esposo. Sin embargo en su hogar, con la mujer que eligió como compañera para compartir la vida se convierte en el señor Hyde o lo que es lo mismo, en su peor enemigo.