Los trabajadores estresados tienen mayor probabilidad de sufrir un accidente de tráfico.
Muchos trabajadores hoy en día utilizan su vehículo para desplazarse a su puesto de trabajo, es por ello que la movilidad ha cobrado una mayor importancia como factor de riesgo laboral. Es por ello que en los últimos años vemos como las tasas de siniestralidad en desplazamientos ‘in itínere’ aumenta cada vez más, entre otros factores, por el incremento de la distancia entre el lugar de residencia y el de trabajo, así como los tiempos invertidos para dicho desplazamiento. Miles de trabajadores soportan diariamente condiciones de tensión y estrés en momentos de congestión de tráfico, al conducir con la preocupación de llegar tarde al trabajo o la de no encontrar aparcamiento, etc. Aproximadamente dos terceras partes de los accidentes in itínere se producen durante el viaje de ida al trabajo.
También cabe destacar que la distracción, la fatiga y el estrés, en su conjunto, han indo incrementándose coma factores causales de los accidentes de tráfico, equiparándose al exceso de velocidad que históricamente fue la principal causa de accidente.
Debería ser motivo de reflexión que los colectivos de trabajadores que más sufren los accidentes in itínere sean los que trabajan en el sector de la restauración y el comercio, los que trabajan en atención al público y en general el personal poco cualificado, posiblemente debido en parte a una mayor indefensión ante factores de estrés a los que están expuestos.
En el caso de las empresas en las que la conducción forma parte de la naturaleza del trabajo, es beneficioso que la dirección muestre un compromiso firme y visible con este tema, estimulándoles, reconociéndoles y dándoles recursos para que transmitan este mensaje y evalúen las actuaciones de sus equipos, pues está demostrado que aquellos trabajadores estresados tienen hasta un 30% de posibilidades de sufrir un accidente.
En cuanto a los trabajadores que se ven obligados al uso del automóvil para desplazarse a sus puestos de trabajo, sería interesante desarrollar programas de formación específicos sobre la ‘experiencia emocional de la conducción’, con ello se conseguirían mejores resultados que con cursos genéricos de gestión de las emociones. La formación debe favorecer que el trabajador experimente, identifique y reconozca su respuesta fisiológica, cognitiva, emocional y conductual en las diferentes situaciones en las que se pueda encontrar en la conducción, y trabajar en la práctica de estrategias para cambiar las respuestas inadecuadas por pensamientos y comportamientos seguros.