“Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación”.

Martin Luther King, JR. 28 de agosto de 1963

El  21 de Marzo de cada año se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial en recuerdo de la tragedia racista ocurrida en 1960 en la ciudad de Sharpeville, en Sudáfrica. Ese día se tenía lugar una gran una gran concentración para protestar, de manera no violenta, contra las leyes de segregación racial de Suráfrica (Apartheid). La policía empleó una violencia desproporcionada contra la masa que allí se concentraba, de tal manera que en esta masacre perdieron la vida 69 personas y otras 186 resultaron heridas. En memoria de estas y de tantas otras personas que han sido víctimas de la intolerancia racista, este día es una invitación permanente al compromiso de lucha contra la violencia y discriminación racial.

Desde que Martin Luther King Junior llamara con sus palabras a la igualdad y el hermanamiento entre razas, en el corazón de Europa, en los Balcanes, asistíamos con desconcierto al resurgimiento de un odio atávico al que es diferente, bien por su religión, bien por su procedencia étnica. El caso es que se cometieron innumerables atropellos a los derechos humanos, incluidos asesinatos, torturas, violaciones o castraciones. Lo cierto es que repetimos una y otra vez los mismos argumentos perversos cargados de miedo y odio, que en pleno siglo XXI se lanzan sin piedad contra las miles de personas que cada día huyen de los conflictos bélicos que asolan sus países.

Nuestro país no es ajeno a estos actos de discriminación y agresiones, en particular contra personas migrantes y otras minorías, en consonancia con las nuevas formas de racismo que se extiende por Europa que se manifiesta en conductas que van desde la negación de derechos y el hostigamiento, la segregación, rechazo a la cultura y a los valores ajenos, hasta la violencia y la limpieza étnica.

Concedámonos un breve espacio de tiempo y pensemos que tal vez, algún día, nosotros y nosotras podríamos ser migrantes.